Martin Olivera

LAS ENSEÑANZAS DE UN LOCO: EL MÉTODO BIELSA EN EL FÚTBOL

Desde temprana edad me he sentido atraído a apreciar los diferentes tipos de belleza que nos encontramos en la vida. Disfruto ver las majestuosas puestas y salidas del sol, durante sus deslumbrantes amaneceres y sus coloridos ocasos.

Atrapan con facilidad mi atención las particularidades que caracterizan a los fenómenos de la naturaleza, las peculiaridades de las especies animales que cada día caminan el mundo junto a nosotros, el inmenso encanto que encierra cada planta, cada flor, cada árbol… Me siento dichoso de contar con el tiempo para disfrutar de una lectura cálida y agradable, sumergirme en ese loco mundo al que nos transportan los escritores, viajar con la mente escuchando buena música, acampar en familia viviendo la pureza de un paisaje que tiene todo para despejar cualquier mente agotada…

Esta forma de vivir y de contemplar cada paso del camino transitado, me ha hecho ver cada ámbito de mi vida desde una perspectiva un tanto dispar, respecto de la gente con la que habitualmente coincido; en particular, me ha hecho observar al deporte desde una óptica algo inusual.

Desde el momento en el que conecté con el deporte, más especialmente con el fútbol, tenía la imperiosa necesidad de estudiarlo a fondo para poder interpretar las razones que lo llevan a ser un deporte tan popular y masivamente aclamado a nivel mundial.

En mi viaje personal por este mundo del fútbol, he recorrido numerosas áreas y alcanzado diversas capacitaciones. Es así que me encuentro con un ex deportista, entrenador y gran estudioso del fútbol, llamado Marcelo Bielsa, quien se ha convertido, para mí, en un filósofo analista del fútbol contemporáneo, y cuyas enseñanzas me han hecho comprender y aprehender a este deporte desde otro punto de vista.

Mediante el análisis de las propuestas de Bielsa he comprendido lo que para él es la esencia del fútbol y he vislumbrado, a partir de la nobleza de esta práctica, cuáles son los caminos apropiados que deben transitarse para que este juego se convierta en el espectáculo que merecen las plateas.

El fútbol es un deporte que se juega con balón, por lo que la primera premisa que debe guiar las acciones en este campo refiere al respeto y consideración de todas las acciones vinculadas con la posesión de este, puesto que a partir de su cuidado se generan acciones y comportamientos que devienen en mayores grados de disfrute del espectáculo en cuestión.

La posesión no está emparentada con un capricho, si con una consideración realista del juego: puesto que el mismo se desarrolla en torno a las acciones de un balón, es más considerado hacer lo posible por contar con la posesión del único que existe en disputa.

La segunda premisa que debe guiar el acercamiento a la belleza del juego, refiere al protagonismo excesivo, entendiéndose este como la idea de proponer en lugar de responder, considerar que la especulación y la trampa son acciones que se encuentran diametralmente opuestas a las que se enmarcan dentro de las virtudes propias de la nobleza y belleza del fútbol.

La comprensión de las reglas de juego nos permite practicar este deporte de manera más justa. Evitar acciones tales como intentar sacar ventaja de las reglas de juego, realizar iniciativas que lleven a perder tiempo, fingir lesiones o faltas dentro del campo… hacen que el espectáculo sea más atractivo.

En palabras del propio Marcelo Bielsa, es prioritario prescindir del resultado para realizar cualquier tipo de evaluación o análisis sobre las personas o equipos. Este es un tema complejo de asimilar, porque hoy en día la sociedad toma al triunfo como de gran impacto e importancia, y lo asimila como directamente vinculado al éxito. Bielsa pregona una nueva interpretación del juego, una que parta de la belleza intrínseca de este y permita verlo como esa actividad lúdica en pos del disfrute, la felicidad y la armonía. Con ello, podemos comenzar a transitar un camino distinto, ya no emparentado a la obtención de ese resultado final.

Marcelo Bielsa manifiesta que no hay que valorar lo conseguido, sino lo merecido. Tengamos presente el siguiente ejemplo: por un lado, una persona juega a la lotería y gana, como beneficio, logra adquirir un auto de alta gama; frente a ella, otra persona mediante duro esfuerzo y trabajo en múltiples turnos, ahorra dinero durante extensos períodos de tiempo, privándose de otros lujos, alcanza a adquirir un auto de un modelo más antiguo y usado. La valoración debe realizarse en el esfuerzo llevado adelante para alcanzar ese fin, y no en la calidad del fin en sí mismo. En el ejemplo, no existe punto de comparación entre un vehículo y el otro, sin embargo, si puede levarse a cabo una comparación en relación a las acciones realizadas por cada persona, y la distancia que tuvieron estas que recorrer, para alcanzar sus objetivos (realizando o no sacrificios, partiendo de clases sociales distintas…).

Este análisis, mediante el que existe una negación por el desglose de los resultados finales, puede ser extrapolado al fútbol. Cuando un equipo se propone una meta, se debe considerar el punto de partida de cada jugador, valorar las acciones del equipo y de su entrenador, analizar la nobleza de los recursos utilizados, valorar los esfuerzos llevados a cabo, para finalmente establecer cuál es el grado de merecimiento del triunfo al que se aspiraba (se halla alcanzado o no).

Martín Olivera

Licenciado en Educación Física. Analista Gerencia deportiva. Posgrado en Dirección y Gestión de entidades deportivas. Football Coach Licencia PRO AUF / CONMEBOL. Maestrando en Ed FÍSICA. Tecnólogo en Gestión en Deporte y Recreación. Instructor de Árbitros y de Entrenadores Profesionales. Ex Árbitro AUF. Comunicador Social. Docente ISEF, CES, UTU, OFI, ONFI.
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