Por más que poco sume, desde Cerro Largo Portal no dejaremos de decir que la final del campeonato del mundo no se debería jugar. Que el fútbol se amputa la posibilidad de dar un mensaje contundente contra la barbarie y que la solidaridad que han mencionado desde los comunicados algunos organismos de este deporte, no alcanza. Falta un “Maradona”.
Están bastardeando palabras que deberían ser sagradas, como: EMPATÍA. Aquí no la aplican, aquí no hay solidaridad, y el futbolista iraní de 26 años que protestó en favor de los derechos de las mujeres en su país, no morirá sólo, sino abandonado.
Los Messi, los Embappe, los Griezmann, los Di María, los árbitros, la dirigencia, los máximos estamentos del fútbol y todos, absolutamente todos los que giran en torno a la pelota, tienen la posibilidad de hacer algo, buscando evitar que un futbolista joven, muera en la horca.
Como se sabe, el exjugador del Rah-Ahan, el Tractor y el Gol-e Rayhan, fue acusado por el régimen iraní de un delito llamado ‘moharebeh’, es decir, ‘enemistad con Dios’, según IranWire; este conlleva la ejecución en la horca, una pena que ya sufrieron el joven Mohsen Shekari y el luchador Majid Reza Rahnavard, ahorcado en público en la ciudad santa de Mashad por las mismas acusaciones que Amir Nasr-Azadani, todo tras un juicio sin garantías.
El medio también informa de que la familia del futbolista “fue amenazada repetidamente por las fuerzas de seguridad de la República Islámica” si desvelaban que su familiar estaba detenido, algo que finalmente trascendió.
También Amnistía Internacional ha hecho un comunicado al respecto: “La organización ha pedido a la comunidad internacional que utilice todos los medios necesarios para presionar al gobierno iraní para que detenga las ejecuciones y la pena de muerte”, dice Diana Al-Tahavi, de Amnistía.
Solo uno de los futbolistas iraníes que acudieron al Mundial de Qatar reaccionó ante las ejecuciones y las amenazas de ejecución, el arquero Alireza Beiranvand, que pidió en Instagram que las penas fuesen revocadas.
