Al promediar la mañana del día de hoy, un solitario hombre dormía en el banco de la plaza Constitución, con la única compañía de una botella de alcohol.
Imágenes como estás se han vuelto cada vez más frecuentes en la ciudad capital, y desde ámbitos oficiales se nos indica que se ve con preocupación este comportamiento, el que obedece a una serie de factores asociados a problemáticas más profundas.
“Hay mucha gente de afuera, de Canelones, Tacuarembó, Rivera, Montevideo, entre otros lugares, sumado a extranjeros que toman a Cerro Largo como zona de paso”, nos indicó una fuente del gobierno.
Parece claro que, en los últimos años, se han dado distintos procesos que llevan a cambios en la población en esta situación, de la mano con la aparición de estrategias de sobrevivencia ya no tan vinculadas a la mendicidad.
Cuidar coches, limpiar vidrios en las esquinas, realizar malabares, son algunas de las tareas que desarrollan en el día o la noche algunas de estas personas.
Se estima que existe como mínimo una treintena de personas (fundamentalmente jóvenes), que están a la deriva. La mayoría de estos, hacen uso del refugio del MIDES para pernoctar bajo techo en horas de la noche, pero otras, deciden dormir debajo de algún puente, en alguna plaza o en el parque Rivera. Donde como se recordará, personas que estaban en esta condición, fueron los protagonistas de un macabro hecho que terminó con la vida de un hombre no oriundo de Cerro Largo.
El territorio de los jóvenes en calle se configura a través de distintas dimensiones que se entrelazan y plantean un escenario particular. Los desafíos que enfrentan los jóvenes por el sólo hecho de serlo, los procesos de segregación social que pueden determinar los grados de tolerancia y sostenimiento del medio social para las situaciones de calle, el discurso de la inseguridad que asocia juventud, pobreza y peligrosidad como designadores rígidos y los dispositivos estatales que tienen el mandato, explícito o no, de contener y sancionar, configuran las visiones tanto de los jóvenes, como de la ciudadanía.
Al mismo tiempo, esas visiones reconfiguran el territorio. En esa dialéctica de mutua transformación se desarrollan las estrategias de supervivencia de los/as jóvenes en calle, ya sean legales o ilegales, así como sus formas de estar en calle, es decir, los modos en que hacen uso de la calle.
