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UN DÍA COMO HOY: “Caminaba hacia la muerte llevando la vida en brazos”

ES HIJA DEL HEROÍSMO Y EL DRAMA E INTENTA CON SU RISA CÁLIDA Y MELANCÓLICA LIBERAR LA RESACA DE TODO LO SUFRIDO… AL TIEMPO QUE ESPERA UNA MUERTE “QUE NO QUIERE LLEGAR”

Ella es la hermana de Dionisio Díaz, su nombre es Marina, tiene 95 años y vive en la ciudad de Treinta y Tres, donde cada calle, cada piedra o árbol del lugar, parece tener algo para decir respecto al niño héroe del “Pueblo del Oro” (departamento de Treinta y Tres, año 1929). Casi un siglo después de aquella barbarie, donde el delirio y la violencia mostró su máxima expresión arrebatando de la vida a un niño, su madre y su tío, se puede sentir como viaja por el río del tiempo el melancólico acento de una sociedad que aún llora.

Con mirada dulce, sonrisa a flor de piel y un pecho oprimido, nos hace pasar. “Adelante” dijo, sin poder pararse de su silla como seguramente hubiese querido. Es que los achaques del tiempo y sus secuelas le impiden desplazarse con normalidad.

Cómo anda? Preguntó el periodista. “Bien, esperando a una muerte que no quiere llegar”, respondió rápidamente entre risas y mirada cómplice.

La sala es pequeña, pero se respira olor a hogar. La mesa de madera con 6 sillas parece ocupar mucho espacio para la poca movilidad de Marina y una cama de una plaza ubicada al lado de la ventana, y bien tendida, parecería estar aguardando una siesta que por recibirnos, no pudo dar.

Desde la parte superior de la estufa, decenas de ojos nos miran fijamente. Son los retratos de la familia, los que correctamente ordenados, limpios y ubicados en una repisa escalonada la acompañan todos los días. Al contarnos sobre el nombre de sus hijos, nietos y bisnietos presentes en las fotos, su tono de voz cambia, sus ojos se vuelven luminosos y el rostro de la orgullosa abuela, habla con y sin palabras.

Ese en particular, fue en el único instante de la nota donde este periodista sintió que las cicatrices y heridas de su pasado, no dolían tanto.

Se encendió la luz, se puso REC y Marina dijo todo lo que pudo, sin lograr en la entrevista destrabar los candados de su historia. Ante preguntas directas, va y viene por el tiempo, revolotea en su juventud, en los recuerdos de su escuela, en el Treinta y Tres de otra época. Se ríe al hablar de los bailes, de anécdotas, de sus hijos. Sin embargo, cuando se le pregunta por Dionisio, se retrae, hace pausas, claramente se entristece y finalmente, cambia de tema.

Más de un cuadro con su imagen la acompañan y una foto pintada al óleo de la niña que fue allá por la década del 30, la observan desde arriba. Allí, colgada en el caño de la chimenea inadvertidamente se puede observar en la foto el cuerpecito frágil y la mirada congelada de quien todo lo perdió.

La “crió” su abuela, una mujer fuerte que también estaba destrozada por la tragedia, ante el acto demencial perpetrado por quien fue su esposo (el que finalmente se suicidó). Ella también lo había perdido todo, menos a Marina.

En la medida que la niña fue creciendo las dudas aumentaron y ante la pregunta de “dónde está mi mamá”, la respuesta rápida y tajante era, “de ese tema no se habla”, relata la entrevistada.

De su hermano no tiene recuerdos, ella tenía 1 año y poco cuando el pequeño y valiente niño caminó herido por bañados, humedales, cardos y cerros hasta llegar a la comisaria del pueblo, donde envuelta en trapos ensangrentados, la entregó. Su objetivo era disparar de su abuelo, proteger a la pequeña y salvarse. Lamentablemente no todo lo logró.

Su vida se fue, su hazaña quedó, y casi 100 años después Marina nos dice, “pobre Dionisio, lo que habrá sufrido”.

En el corazón de la ciudad Olimareña, el monumento principal de los hermanos del Pueblo el Oro, rinde tributo a quien “caminaba hacia la muerte llevando la vida en brazos”.

Cerro Largo Portal agradece al colega Walter Abella, director de La Hora del Campo – Voz de Melo, por habernos permitido ser parte de esta entrevista histórica realizada en 2022.

Pablo González Juarez

Periodista / fotógrafo/ productor.
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