Permitirnos confiar… permitirnos recibir…

Definimos y etiquetamos constantemente, no logramos separar nuestro sistema de creencias,
pensamientos, valores, experiencias y conocimientos, de lo que en realidad es.
Nos cuesta entender que la «verdad» como tal, nadie la percibe en forma exacta, cada uno ve la
realidad con los lentes que lleva puestos en forma inconsciente, y esos lentes tienen el color y la
forma que nuestra mochila de crianza le puede dar.
Por eso entender que el otro no percibe lo mismo que yo; y entender que la razón no es mía,
porque hay distintos tipos de verdades, puede volverse transformador. Así de simple y así de
complejo.
En este océano bombardeado por verdades absolutas, animarse a cuestionar parece un gran
dilema; pero sería más bien un puente, que nos puede unir a los demás.
Que coherente se volvería todo si nos desafíaramos a descubrir el mundo ajeno… tan misterioso
e intrigante a la vez, sin invadirlo, sin ánimo de colonizarlo, solamente explorarlo.
Y si en ese momento en que «intentamos» descubrir al otro, el otro nos permite entrar en su
mundo? Cuanto más interesante podría ser el encuentro, no?
Cuánto más se podría abrir el otro a bucear en sus emociones y compartirlas, entendiendo que
será bienvenido en nuestro micro universo, estando ahí con la compresión suficiente para dejar
que fluya…
Seamos canal para transportar piedras pesadas, que deben estar fuera; seamos ese aleteo de
mariposa que nos refresca.
Permitirnos confiar, y permitirnos recibir, sin miedo a la posibilidad de que el otro sepa o no
gestionar lo que siente, dejemos que surga lo que tenga que surgir y en una de esas somos la
vía de escape que necesitaban; y quizás en esa reciprocidad, está la abundancia.
Cada contacto con otro, por mínimo que pueda parecer, es un poderoso intercambio de
energías, que puede elevarnos, ser inocuo o llevarnos al pozo; pongamos los límites necesarios
en el caso que corresponda, para respetarnos; pero quizás y solo quizás alguna vez, abranse, y
dejen que ese flujo energético dinámico y elocuente los invada, y los transforme.