
Bajo el título de “Corro por una Causa” el atleta melense Javier Motta se lanzó en una travesía histórica, la que buscaba en lo previo recorrer los 518 kilómetros que separan Colonia del Sacramento con la ciudad de Melo, departamento de Cerro Largo.
El experimentado deportista, ganador de grandes títulos a lo largo de su carrera, tenía pendiente someterse a semejante desafío, y lo hizo.
Desde hace ya algunas jornadas abrió paso al andar y lentamente comenzó a devorar kilómetros y unir rutas, almas, a conocer nuevos destinos y despertar aplausos en cada pueblito por el que pasó. En muchos lugares gente que no lo conocía le abrió las puertas del hogar y lo recibieron como a un amigo.
Es que muchos no podían creer, como y porque alguien puede por voluntad propia ponerse a prueba de esa manera. La causa de Motta es el deporte es sí, reconoce que es su motor o su veneno, y seguramente también sus piernas son alas, que le permiten volar libremente con destino a sus sueños.


Mediante las redes sociales fue informando a sus seguidores sobre cada postal del día y cada uno de sus destinos. Tras unas horas de descanso en cada lugar, Motta volvía a la ruta y una vez más a la incertidumbre del que pasará. En ese largo peregrinaje visitó casas de familias, alcaldías, algún regimiento y recibió de manera permanente el calor humano de los vecinos, los que con sus palmas y su aliento lo motivaron a seguir.
Con dolores musculares, ampollas en sus pies, cansancio acumulado y dolor articular, Javier Motta pensó en desistir. “No podía pararme, dormí en una garita para recuperarme, me dolía todo y al recuperarme, seguí hasta llegar a Melo”, reconoció el “Gladiador Arachán” al ser consultado en la llegada.
Al arribar a Fraile Muerto una multitud lo esperaba, también un grupo de deportistas de mountainbike, quienes lo escoltaron en los últimos 40 kilómetros. Ya en la ruta 26, antes del empalme con la 44, otros atletas casi que le prestaron sus piernas para decirle “vamoooos, ya falta poco”.
Motta ingresó a la ciudad olímpico, a un trote seguro, de ganador. Las palmas, los gritos de aliento, las sirenas de la policía de tránsito y la “Fuente de las Madres” en Mata y Ruta 8 como destino, fueron su motivación final.
Al asomar la bandera de la emblemática fuente, Motta se dijo, “por fin, lo logré”, pero allí, a 15 metros del destino el premio mayor de la hazaña lo esperaba, su hijo, quien con sus 11 años, parado en la vereda y con una bandera extendida de mano a mano, parecía aplaudir por dentro y gritar en silencio con sus ojos llenos de emoción. Un abrazo inconfundible selló ese inolvidable momento, que le dio a esta historia un fin o un, “continuará” …
Después de los saludos y los aplausos de rigor, el colega Roberto Cabrera, de La Red Independiente y radio Acuarela, así entrevistaba al “Gladiador Arachán”: