Biden y su gran reto electoral: que la fortaleza de la economía se convierta en votos
Si se
cumpliera la estadística de que ningún presidente estadounidense posterior a la
Segunda Guerra Mundial (1939-1945) ha perdido unas elecciones cuando la
economía es boyante, Joe Biden lo tendría todo para ganar en noviembre: la
bolsa en máximos históricos, el Producto Interior Bruto (PIB) lejos de la
recesión, la inflación bajando y el desempleo en mínimos.
Sin embargo,
a día de hoy las encuestas no solo dan como ganador al expresidente republicano
Donald Trump (2017-2021), sino que dibujan una realidad distinta a la que
describen los números: los ciudadanos están preocupados por la economía y por
los altos precios.
¿Por qué la
fortaleza económica, que los demócratas y el propio Biden enarbolan en cada
evento público, no acaba de permear en la población? La profesora de
Comunicación de la Universidad de Boston, Tammy R. Vigil, lo ve claro: “Los
demócratas son tradicionalmente muy malos enviando mensajes, particularmente
cuando se trata de ciertos logros y muy específicamente en lo relacionado con
la economía”, cuenta a EFE.
Y los
republicanos, explica por su parte el economista Harry M. Kaiser, profesor de
la Cornell University, “han hecho un excelente trabajo al convencer a la
gente, apoyados de los medios conservadores, de que la economía está mal, de
que las tasas de criminalidad han aumentado y de que Estados Unidos está en una
situación terrible”, explica a EFE.
“El
hecho de que la Administración no esté recibiendo mucho crédito por las medidas
económicas es bastante sorprendente, ya que normalmente una buena economía
favorece fuertemente a la Administración actual en las elecciones
generales”, añade.
¿Es tan
fuerte la economía estadounidense?
Pero ¿está
la economía estadounidense tan boyante como Biden dice? En opinión de Kaiser,
está “en buena forma”: “la tasa de desempleo es muy baja (3,9
%), las inflación (3,4 % en abril) está bajando y los ingresos reales están
aumentando significativamente más rápido que la tasa de inflación”.
En cuanto a
los mercados, la semana pasada el Dow Jones de Industriales rebasó por primera
vez en su historia la barrera de los 40.000 puntos.
Así que, a
priori, todo parecería indicar que en Estados Unidos —ya lejos de la recesión y
con un crecimiento en el primer trimestre del PIB del 1,6 % (tasa anualizada)— la
economía va bien, aunque los ciudadanos no lo perciban del todo.
Y es que
existe, como lo bautizaba el Nobel de Economía Paul Krugman en un reciente
artículo en The New York Times, “una desconexión” entre “las
percepciones de la economía” y “lo que la gente ve en sus propias vidas”,
apuntaba en el texto.
“Aunque la
mayoría de los estadounidenses tienen una visión negativa de la economía, como
manifiestan en las encuestas, en sus propias circunstancias financieras la
mayoría de los estadounidenses se sienten relativamente positivos acerca de sus
propias finanzas”, afirmaba Krugman, quien destacaba que las encuestas se
centran siempre en hablar sobre la economía general y menos sobre las
circunstancias personales.
Por lo tanto, los demócratas tienen por delante el “desafío
político” de superar la “falsa narrativa de que a la economía está
yendo mal”, señalaba el economista.
La
economía del día a día
Pese a que
las cifras macroeconómicas sostienen la visión de Biden, existe también un
detalle que afecta en la noción que los ciudadanos tienen sobre la economía, el
hecho innegable de que -pese a que la inflación esté descendiendo- ciertas
cosas cotidianas son mucho más caras que antes y que no van a bajar.
“Hay ciertas
cosas que son muy caras, como los restaurantes y la comida, cosas que afectan
al día a día de las personas”, explica a EFE el profesor de Economía de la
Universidad de Boston, Laurence J. Kotlikoff.
La gente,
añade, se molesta cuando “va a un restaurante y paga 30 dólares por un
sandwich, que equivale a una hora de trabajo”, afirma.
Así como
ningún presidente que se ha presentado a la reelección ha perdido en las urnas
cuando la economía era fuerte, ninguno ha logrado ganar si en los dos años
previos había habido una recesión.
Una muestra
más de que, recuerda la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de
Stanford, Brandice Canes-Wrone, la economía “es tradicionalmente un factor
importante” y decisivo en las urnas.
Por ello, “los
próximos meses serán críticos” y los demócratas tienen el reto de convencer a
la gente de que “se ha dado un giro” y de que la inflación también “se está
estabilizando”.
EFE
Montevideo Portal