ANACONDAS DEL RIO NEGRO Y EL YAGUARON AVISTADAS EN CERRO LARGO, PODRÍAN SER ÑACANIÑA

La versión de grandes víboras nadando en aguas del Río Negro y el Yaguarón se han escuchado en más de una oportunidad. En el caso del Río Negro el avistamiento se dio hace ya un buen tiempo por parte de experimentados pescadores de Melo, quienes aseguraron ver a dos ejemplares desplazarse por las aguas del río en cercanías Mazangano. La sorpresa no fue menor que el susto, al ver como zigzagueaban las víboras con “cabeza de damajuanas en una creciente”, según describieron.
En el caso del rio Yaguarón y en cercanías del “Paso de Melo” (5ta sección de Cerro Largo), la historia es similar, sólo que “el río estaba casi seco y arrastrábamos el bote muchas veces por el cauce lleno de piedras y algunos pescados muertos, donde claramente no pasaba nadie”, según nos relata un cazador. “En determinado momento y en un lugar donde el agua formaba una pequeña lagunita, nos deslizamos hasta llegar a un arenal que nacía y moría en el río, hablo de un tipo de isla entre la los sarandíes y el agua. Fue ahí que vimos sus rastros marcados en la arena de lo que parecía ser una víbora gigante. La huella era profunda y tenía unos 20 centímetros de ancho. Esa tarde llovía y paraba y eso en la arena hace que las huellas se borren enseguida, lo que nos hizo pensar que hacía poco había pasado”, nos indica nuestra fuente.
“Seguimos, pero con mucho cuidado y al caer la noche ya estábamos en el cauce fuerte del Yaguaron y navegábamos bien, cuando de repente con la luz del faro a lo lejos vimos un ojo blanco brillar en el agua. Nos apuramos hasta llegar, había que remar fuerte. Nos sorprendía que el ojo aparecía y desaparecía y al acercarnos nos dimos cuenta que era un víbora inmensa. Su cabeza no era más chica que la de un carpincho y eso que la noche engaña”, sentenció el cazador.
Tomando como base estás y otras versiones que han circulado en el tiempo, es que la información difundida en la jornada por el medio capitalino, indicando que una de las serpientes más grandes de Sudamérica marca un registro oficial para el país, es que nos hace pensar que las presuntas anacondas vistas en este departamento, podrían ser Ñacaniñá. Dichos ejemplares alcanzan los tres metros de largo.
“ES UNA DE LAS SERPIENTES MÁS GRANDES DE SUDAMÉRICA”
Según señala el país, la herpetofauna del Uruguay –reptiles y anfibios– ha añadido nuevos integrantes, entre ellos, una de las serpientes más grandes del continente. El tamaño de algunas especies registradas recientemente sorprende a Santiago Carreira, investigador del Laboratorio de Sistemática e Historia Natural de Vertebrados del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias y de la Sección Herpetología del Museo Nacional de Historia Nacional (MNHN), dado que los animales pequeños pueden pasar inadvertidos, pero no los reptiles de dos o tres metros de largo.
La última especie que se suma a lista de ofidios en el país es la Hydrodynastes gigas al confirmarse su presencia en el territorio.
Es imponente: los ejemplares adultos pueden medir cerca de tres metros de largo. Es una de las serpientes de mayor tamaño en Sudamérica. Es reconocida también por su color pardo amarillento a marrón claro, con manchas oscuras irregulares. Su mordida no es venenosa pero no quiera tener un encuentro cercano.
“Es un animal agresivo. Su mordida es fuerte y produce lesiones”, señaló Carreira. Lo recomendable es mantenerse lejos y no manipularla.
La segunda Hydrodynastes gigas o Ñacaniñá (tal como la llamaban los guaraníes) encontrada en Uruguay en la historia fue capturada en Bella Unión (Artigas), a 30 kilómetros del registro más cercano pero en Brasil. La anterior había sido colectada en el año 1959.
“Hasta ahora no se había podido comprobar”, dijo al diario El País, aunque su distribución geográfica en el continente es enorme (desde Surinam hasta Argentina).
Hasta el momento no se puede saber cuál es su abundancia en el país, pero se puede suponer que su distribución sería más amplia a lo largo del río Uruguay y sus tributarios.
Lo último también se aplica a Eunectes notaeus o, en su nombre común, la anaconda amarilla, que tiene una distribución restringida y no existen evidencias que permitan suponer que se reproduce en el país.
“Pasaron muchos años diciendo que se veía pero el primer ejemplar apareció en Bella Unión; se le terminó sacando el cuero y está en la Facultad de Ciencias”, explicó Carreira. Esto fue en la década de 1990; el segundo caso tardó varios años. Esta especie puede alcanzar hasta los cuatro metros de largo y los 30 kilos de peso.
“(Estas apariciones) no necesariamente están asociadas a eventos de cambio climático. Ahora hay mucha más información (personas con celulares que sacan foto a los ejemplares y las comparten en redes sociales) y, además, estos animales son acuáticos y pueden desplazarse grandes distancias pero sí llama la atención que sean animales grandes porque son más visibles”, apuntó el investigador.