“Goyo”, la amable comedia argentina de Netflix en la que Nico Furtado y Nancy Dupláa viven un amor inusual
Llegó a Netflix la nueva película de Marcos Carnevale, "Goyo", en la que Nicolás Furtado es un hombre con Asperger que se enamora de una guardia de seguridad, y que para el actor marca un punto de quiebre. La reseña.
Goyoes pulcro, prolijo a un nivel irreal. Lleva el pelo adherido al cuero cabelludo y ni un mechón se levanta en su diseño engominado. Usa camisas, pantalones clásicos, sacos; camina con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante, la espalda recta, con cierta prisa. Todo en él parece perfectamente acomodado. Y la primera vez que ve a Eva Montero, ella es todo lo contrario: un intenso desastre que lucha contra el viento y un paraguas roto bajo una lluvia torrencial.
Ese contraste es el inicio de Goyo, la película que llegó este viernes a Netflix, protagoniza Nicolás Furtado y es el último lanzamiento de Marcos Carnevale, un director (Elsa y Fred, Corazón de león) que sabe cómo tocarle al público una fibra sensible y, de paso, regalarle un rato lleno de cariño.
Eso busca esta historia sobre un hombre con Asperger, Goyo, Gregorio Villanueva, que trabaja como guía en español del Museo Nacional de Bellas Artes y es, además, un pintor aficionado. Vive con su hermana Saula, pianista (Soledad Villamil), y está muy cerca de su hermano Matute (Pablo Rago), un empresario y compinche.
Se enamora de Eva, que lleva el rostro de Nancy Dupláa, apenas la ve, y la historia empieza cuando ella llega a trabajar como guardia de seguridad al museo. Eva es una trabajadora de familia humilde, madre de dos hijos —un niño pequeño, un adolescente en plena rebeldía que es Balthazar Murillo, el juvenil Carlos Tévez en Apache— e intentando separarse de un marido complicado y abusivo (Diego Alonso, el de Togo).
Le lleva varios años a Goyo de quien la distancia, además, una existencia: él es de familia adinerada, vive en un apartamento paquete, es un intelectual que sabe todo acerca de los cuadros y los artistas de los que habla en el museo; ella ha tenido pocas posibilidades. Pero tiene “belleza, y algo más que no sabría definir”, explica el personaje de Furtado cuando su hermana intenta averiguar qué tiene esta mujer que lo ha cautivado tanto.
Goyo es, dijo Furtado en charla con El País, el proyecto más importante de su carrera en tanto llega en un momento bisagra. Furtado ya había pasado por papeles bien distintos, desde el Diosito de El Marginal hasta el Damián de Felices los 6 (la serie de Max), y sentía que era momento de probar qué más podía hacer.
Aquí destaca en la composición de una persona en el espectro autista que tiene toda una forma particular: de caminar, de mirar el mundo, de mover la cabeza, de llevar los hombros, de apretar la boca, de hablar, de pensar, de expresarse, de sentir. Todo eso, Carnevale lo sirve en los primeros 15 minutos de película con una suerte de presentación que llega al clímax en un ataque de ansiedad que Goyo sufre en un viaje en subte, que emprende con la única intención de acercarse a Eva Montero. Se estresa, suda, vomita y la imagen acompaña su experiencia mientras se mueve, enlentece y difumina.
Así, Carnevale ubica al espectador en los zapatos del protagonista y, cuando se asegura eso, empieza a tejer una historia de amor tierna, más bien inocente, pulcra como Goyo, incluso cuando este entra en un tono más sexual en las charlas con Matute, que hace las veces de consejero. Dupláa y Furtado funcionan bien a la cabeza de un elenco parejo, con oficio y una participación especial de Cecilia Roth como la madre ausente del protagonista. Ella compone a una mujer que necesita profundamente ser bien querida; él es un muchacho enamorado con el mundo patas para arriba. Son atípicos, los dos, y ese es el mensaje: que todos somos raros, defectuosos, distintos. O como le dice Goyo a Eva Montero cuando intenta invitarla a salir: “Ser diferentes es algo que tenemos en común usted y yo”.
Eso aplica para cualquiera y ahí está el mérito de Carnevale, que consigue en Goyo una película sencilla, amable, con algunos lugares comunes y golpes predecibles y con la que es fácil generar empatía, lo que parece su principal pretensión. Dar un poco de calidez en el medio del invierno.
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