Internacionales

“Como en los viejos tiempos”: el veto del celular reanima los recreos escolares en Brasil

Por Fran Blandy para AFP

Tras un año sin celulares en las escuelas en Rio de Janeiro,
los alumnos aseguran que volvieron a jugar “como en los viejos tiempos” y su
concentración en clase mejoró. Ahora toca el turno al resto de Brasil.

Los estudiantes de este país de más de 200 millones de
habitantes comenzaron el año escolar con los móviles prohibidos en aulas y
recreos gracias a una nueva ley firmada en enero por el presidente Luiz Inácio
Lula da Silva.

Brasil, que tiene más celulares que habitantes, se suma a un
número creciente de naciones que recurren a este tipo de restricciones para
arrancar los dispositivos de las manos de niños y adolescentes muy a menudo
enganchados.

“Fue difícil porque nos volvemos adictos, y cuando no lo
tenemos (el celular), provoca una cierta abstinencia (…) pero después de que
el hábito pasa, interactuamos más”, cuenta Kamilly Marques, de 14 años.

Esta alumna de la escuela pública Reverendo Martin Luther
King en Rio dice a la AFP que ya ni siquiera se molesta en llevar su teléfono.

No es la única. Solo unos pocos estudiantes se detienen bajo
un gran mural del héroe de los derechos civiles estadounidense para colocar sus
dispositivos en cajas de plástico antes de entrar a clase.

Si bien al principio pensó que la prohibición era “molesta”
y “aburrida”, Marques ahora está más contenta porque sus notas y su vida social
mejoraron.

“Había un compañero de clase que sufría ‘cyberbullying’ y ni
siquiera lo sabíamos, porque estábamos más concentrados en nuestros teléfonos
que en nuestros amigos”, admite.

Adictos y ansiosos

Según la Unesco a fines de 2024, el 40% de los sistemas
educativos del mundo tenían algún tipo de prohibición del uso de celulares,
frente al 30% del año anterior.

El secretario municipal de Educación de Rio, Renan
Ferreirinha, señala a la AFP que los profesores notaron que, tras la pandemia
de covid, los chicos habían regresado a las aulas “más agitados, más
impacientes, más adictos a los celulares y mucho más ansiosos”.

Una encuesta a padres en 2024 de la firma de investigación
digital Opinion Box y la plataforma de la industria del móvil Mobile Time
mostró que la mayoría de los niños brasileños tuvieron su primer celular a los
10 años en promedio.

Mientras que los menores de tres años pasan casi una hora y
media al día con el dispositivo, la cifra asciende a casi cuatro horas entre
los de 13 y 16 años.

Un estudio de la alcaldía de Rio mostró “mejoras en la
concentración, la participación en clase y el rendimiento de los estudiantes”,
desde que se implementó la prohibición.

Ferreirinha, también diputado federal, actuó como relator de
la ley que extendió la prohibición a todo el país.

Si moderar el uso del teléfono “es difícil para un adulto,
imagínese para un chico. No tiene ningún sentido que un profesor trate de dar
clase mientras el niño está viendo un video en las redes sociales o jugando en
su teléfono”, dice.

En una reciente visita a una escuela, un niño le contó que
habían vuelto a jugar como “en los viejos tiempos”.

“Mucho más alegre”

Fernanda Heitor, de 46 años, subdirectora de la Reverendo
Martin Luther King —con alumnos de entre 6 y 16 años—, explica que antes de la
prohibición las clases se habían vuelto “insostenibles”.

“Hubo resistencia. Incluso hoy, algunos todavía esconden sus
móviles cuando entran a la escuela”, cuenta, y describe el recreo de antes de
la prohibición como “islas” de chicos sentados pegados a sus teléfonos.

“No interactuaban, no jugaban mucho, no hablaban. Ahora
juegan (…) Esto ha transformado la escuela. Se ha vuelto mucho más alegre,
animada”.

La nueva ley brasileña permite el uso de celulares con fines
educativos, de emergencia y salud.

Fabio Campos, experto en educación y tecnología, considera
que, si bien la ley es necesaria, a los alumnos se les debe enseñar a usar la
tecnología de forma responsable.

“Brasil es un país de desigualdades. Muchos alumnos solo
tienen acceso a la tecnología en la escuela. Así que, si esto significa que las
escuelas se volverán menos tecnológicas, es un fracaso”, dice a la AFP.

Para Ferreirinha, los padres también deben imponer más
límites en casa.

En la Reverendo Martin Luther King, Pedro Henrique, de 11
años, todavía lleva su celular a la escuela y lo usa mucho en casa.

“Lo extraño un poco” en los recreos, reconoce. Al final del
día “me siento feliz porque lo voy a usar”.





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