“NO DUDAREMOS EN HACER VOLAR EL PUENTE”

EN EL MES DE LA NOSTALGIA, HISTORIAS DE OTRO TIEMPO
En el mes de la nostalgia, el “Archivo Arachán” nos lleva a recorrer historias increíbles acontecidas en cerro largo. Esteban Larregui una vez más, nos hace viajar en el tiempo para contarnos que: “La cumbia villera atronaba el espacio, escuchándose en veinte kilómetros a la redonda al ser irradiada desde un potentísimo equipo de amplificación. Cada tanto, la música se interrumpía y Raúl Calero, subido encima de una pila de dos metros de alto erigida con cajones de verduras, arengaba a sus seguidores y a todo el que quisiera oírlo a través de esa misma amplificación…
En esas arengas, criticaba al gobierno de Jorge Batlle acusándolo de “hambreador”, y más de una vez llegó a proferir amenazas, una de las cuales era que no dudaría en dinamitar el añejo puente Maua, sobre el río Yaguarón, en caso de sus demandas no ser contempladas. No era raro que, luego de terminar con las arengas, consignas y amenazas, Calero interpretara algún tango o bolero, para delicia de quienes lo escuchaban…
La opinión pública de Río Branco y la ciudad brasilera homónima al río que las separa estaba atónita hacía casi dos días, y el asombro ya había ganado al resto del país al ser difundida la noticia a través de los medios de comunicación uruguayos: la circulación vehicular a través del puente había sido interrumpida al instalarse una barricada en territorio brasilero por un grupo grande de trabajadores de la frontera, o sea personas que a diario concurrían a los comercios brasileros y adquirían mercaderías a bajos precios, que luego comercializaban en Uruguay, ganando el sustento de sus familias con la diferencia obtenida. Casi todos ellos eran personas humildes, trabajadores, víctimas del flagelo que en aquel momento, noviembre de dos mil uno, asolaba a nuestra economía…
Calero, ideólogo y líder de la protesta, era una persona que llevaba muchos años radicada en Río Branco, caracterizándose por la multiplicidad de actividades desarrolladas. Se hizo conocer como empresario gastronómico vendiendo comida rápida a muy bajo precio, hecho que al poco tiempo ya le había reportado una numerosa clientela (las malas lenguas de sus damnificados competidores de inmediato lanzaron el rumor de que las milanesas, chivitos y chorizos al pan que vendía eran elaboradas con carne de perro, gato e incluso comadreja, y fritadas en aceite quemado que le regalaban los mecánicos)…
Luego incursionó en el rubro de compraventas de artículos varios (desde muebles hasta llantas de auto; bicicletas viejas o antiquísimos Primus, perseguidos por coleccionistas de antigüedades). Al comenzar a prosperar su negocio, se comenzó a decir que vendía cosas robadas recibidas a consignación, o que incluso él mismo se encargaba de robar. Amparado en amistades de épocas anteriores a su radicación en Río Branco, que reconquistada la democracia comenzaban a aparecer integrando listas de partidos políticos, también tuvo su pasaje por esa actividad. Pero donde más se destacó, antes de promover la toma del puente fue en el ámbito artístico. Poseedor de una voz melodiosa, dominio de escenario y micrófono, muchas veces se lo vio cantar en festivales, concursos promocionales, y mil otros lugares. Impecable smoking verde con clavel o rosa roja en la solapa, hacía suspirar de nostalgia al público de más edad interpretando boleros de “Los Panchos”, Javier Solís, Julio Jaramillo, Rosamel Araya y muchos otros que en su momento causaran furor…
Al momento de Jorge Batlle decretar el “cero kilo” (prohibición absoluta de pasar cualquier mercadería desde Brasil para Uruguay), Calero desarrollaba la tarea de “kilero”(contrabandista hormiga). Su vehículo era un carro tirado por un caballo, animal éste que, según él mismo lo expresaba, le había sido regalado por un alto dirigente político del gobernante partido colorado…
Era frecuente verlo transitar las calles. Y muchas veces, en una escena de amor y odio, castigaba al pobre equino con saña feroz utilizando un rebenque, para luego descender del carro y besar al animal en su cabeza…
Cortado el pasaje de mercaderías, con rapidez de rayo se gestó un movimiento de protesta contra tan antipática medida. Calero, haciendo gala de sus dotes de liderazgo, asumió la conducción. En poco tiempo consiguió el apoyo del también perjudicado comercio brasilero, y un buen día, con la celeridad y sorpresa que la medida ameritaba, él y sus seguidores atravesaron vehículos, cajones y muchos objetos más en ambas vías de circulación del puente, obstruyendo el paso a cualquier tipo de locomoción. Encima de la vía férrea central armaron, con nailon negro y varejones de madera, una enorme carpa. A un costado de ésta, en una parrilla de varios metros, y con una fogata visible desde larga distancia, se asaban varios kilos de carne y chorizo para consumo de todos aquellos que se habían plegado a la medida y allí pernoctaban. Todo ello regado por abundancia de caña brasilera y vino. Por supuesto que los insumos alimenticios, material para la carpa y el enorme aparato de amplificación fueron proporcionados por los comerciantes de Yaguarón…
En una asta altísima, flameaba la bandera pirata (sobre fondo negro, la clásica calavera con las tibias debajo en forma de cruz), de quince metros de largo y seis de ancho. Poco más abajo, una pancarta atravesada de un borde a otro del puente exhibía la consigna “Habrá puente para todos, o no habrá puente para nadie”…
La situación, además de inédita, era delicadísima. Se trataba de un puente binacional, por ende la medida de los insurrectos al trabar la circulación afectaba a ciudadanos de dos países hermanos. Las autoridades de éstos con jurisdicción en el tema comenzaron a actuar de inmediato. Como la barricada estaba en territorio brasilero, correspondía a Brasil tomar medidas para intentar que los “piqueteros” depusieran su actitud. Dado que la movilización “explotó” un viernes, se descontaba que el fin de semana, lentitud de burocracia mediante, el caso no se resolvería. Así fueron pasando las horas, en esa tensa espera…
El sábado en la mañana, la prensa ya estaba presente en el lugar de los hechos. Calero fue entrevistado por “La Voz de Melo” y expresó, cuando el periodista le preguntó adónde pensaban llegar, “hasta las últimas consecuencias. He hablado telefónicamente con el secretario de Batlle y me ha garantizado una solución a la brevedad. De lo contrario, no dudaremos en volar el puente. Ya tenemos conectadas las cargas de dinamita. Como cayeron las torres de Nueva York, van a caer estas de la aduana!!!”…
Al final, luego de largos cabildeos, idas y venidas, rumores de todo tipo, cientos de curiosos que, sin poder creerlo, se arrimaban a mirar la absurda escena, el bloqueo fue levantado y Calero paseado en andas por sus seguidores al garantizar a éstos “haber arribado a un pacto de caballeros con el doctor Lagos, secretario personal de Batlle, y garantizarme el cumplimiento de nuestras demandas”….
LALO LARREGUI