Mirta Vanni, la mujer que desafió los cielos y los prejuicios

El 22 de marzo de 2025, Uruguay despidió a Mirta Vanni, la primera mujer piloto profesional del país, quien falleció a los 101 años. Su legado no es solo el de una aviadora pionera, sino el de una mujer que desafió normas, abrió caminos y demostró que la determinación puede elevar a una persona más allá de cualquier límite.
En un tiempo en el que la aviación era un mundo exclusivamente masculino, Mirta decidió que su destino estaba en el aire. Su interés por los aviones no era un capricho infantil; era un deseo inquebrantable que, con los años, se convirtió en una vocación. Con apenas 16 años, obtuvo una beca para formarse como piloto en el Aeroclub del Uruguay, convirtiéndose en la primera mujer en lograrlo. Pero no se detuvo ahí. En 1943, obtuvo su licencia de piloto profesional, un título que hasta ese momento ninguna mujer en el país había conseguido.
A pesar de su preparación, cuando en 1944 se postuló para ser parte de PLUNA, la aerolínea estatal, pero su solicitud fue rechazada por el simple hecho de ser mujer. Lo que para otros era un obstáculo, para ella fue un motivo más para seguir insistiendo. Dos años después, en 1946, una invasión de langostas azotó el país y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) adquirió aeronaves para combatir la plaga. Mirta fue una de las primeras en sumarse a esa misión, marcando el inicio de una larga carrera como piloto del Estado.
Además de ser una referente en la aviación estatal, Mirta fue pionera en la aviación agrícola de Uruguay. Su trabajo en la capacitación de pilotos especializados en fumigación aérea y su participación en misiones internacionales ayudaron a posicionar al país en el mapa de la aviación agrícola mundial. Entre sus logros más destacados, dirigió la operación de traer aviones Snow Commander 600 desde Estados Unidos para combatir plagas en los campos uruguayos, cruzando el océano en vuelo directo, una hazaña que en aquel entonces requería una gran pericia y valentía.
Pero su aporte no se limitó a la agricultura. En las históricas inundaciones de 1959, Mirta tuvo un rol fundamental en el traslado aéreo de personas, alimentos y medicamentos a zonas aisladas, salvando numerosas vidas. Fue una de tantas ocasiones en las que demostró que su vocación de volar iba más allá de su profesión: era un compromiso con su país y su gente.
No solo voló: dirigió, innovó y lideró. En 1951, se convirtió en jefa del Servicio Aéreo del MGAP, desde donde impulsó mejoras en la aviación agrícola, lideró misiones de fumigación y realizó vuelos oficiales transportando autoridades, incluido el ministro Wilson Ferreira Aldunate. A lo largo de cuatro décadas, acumuló más de 7.000 horas de vuelo en un entorno que, incluso en su etapa más avanzada, seguía viendo con recelo a las mujeres en la cabina de mando.
Esto hizo que no solo se haya abierto camino para sí misma, sino para muchas otras. Gracias a su influencia, el MGAP comenzó a considerar a más mujeres para roles de pilotaje. Además, su aporte técnico fue fundamental para mejorar la eficiencia de las operaciones aéreas del ministerio. No era solo una aviadora; era una estratega, una líder y una visionaria en su campo.
Incluso después de su retiro en 1985, su legado continuó vivo. Su historia inspiró a generaciones de mujeres a ingresar al mundo de la aviación, y su trayectoria quedó inmortalizada en el Museo Aeronáutico “Coronel (Av.) Jaime Meregalli”. Allí, un espacio especial rinde homenaje a su carrera y a otras aviadoras pioneras de Uruguay. Entre las piezas expuestas se encuentran su casco de vuelo de cuero marrón, una chaqueta de cuero y unas gafas de vuelo con estructura metálica y cordón de cuero, objetos donados al museo en 2013 y conservados como testimonio de una vida dedicada al cielo.
A los 101 años, Mirta Vanni partió, pero su historia seguirá surcando los cielos. Su vida es un recordatorio de que las barreras están para romperse y que, con pasión y perseverancia, no hay techo -ni cielo- que pueda limitar a una mujer decidida.