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“Estarán esperando que mi madre muera”, se pregunta la hija de anciana violada por el alcalde

La confirmación por parte de la Justicia de noventa (90) días más de prórroga de medidas cautelares para el ex alcalde de Cerro de las Cuentas, quien abusó sexualmente en 2019 de una anciana de 79 años en el interior del departamento de Cerro Largo, generó un gran desencanto en familiares de la víctima, las que siguen esperando que el hombre vaya a la cárcel.

“Estarán esperando que mi madre se muera”, expresó con tristeza, bronca y desazón, Grisel, una mujer valiente que ha sabido afrontar como hija el largo proceso judicial que derivó en la condena de Humberto Allende, quien fue penado el 23 de julio de 2024 a cumplir cinco años y dos meses de penitenciaria por los delitos de violación y lesiones personales. Sin embargo, el político del Partido Nacional aguarda en su domicilio lo que sería la sentencia definitiva, sin conocer aún las rejas del Instituto Nacional de Rehabilitación.

Ante la proximidad del vencimiento de la segunda prorroga que ya había establecido la justicia en febrero de este año; con la amabilidad de siempre, la hija de la víctima nos dijo: “Una vez más recurro a usted para saber si tiene alguna información del caso”.

La respuesta, que era tan cruda y cruel como la agonía de la espera que sufre esta familia, confirmó el dictamen reciente.

“Con todo respeto, ¡¡que lo parió!!”, soltó como descarga ante la nueva dilatoria esta humilde y sufrida mujer, caracterizada por su profundo respeto, personalidad de hielo, mirada firme y serenidad de samuray, seguramente forjada a través de los avatares de la vida y las largas horas de silencio y observación de quien vive y trabaja en el campo.  

“Tengo un montón de preguntas sin respuestas”, confesó Grisel, cuestionándose algunas frases que son la hoja de vida por la que transita ella y su familia, pero que hoy no las entiende. “Respete y será respetado” nos decían nuestros padres, o “recuerde que sus límites terminan donde comienzan los de la otra persona”, pero no es eso lo que hoy estamos viendo, ni aplica lo de, “siempre firme y de cabeza levantada y apóyese en la Justicia” … “¿pero, esto es justicia?” se pregunta una de las hijas de la víctima.

“Si ese “Sr” (por llamarlo de alguna manera) va a la cárcel, acaso, ¿alguien tendrá miedo de que hable? ¿Será que es esa la razón por la que lo vienen salvando? Porque no me cabe la más mínima duda que alguien lo está cobijando”, dijo.

“Con todo el prontuario que este hombre tiene aún cuenta con el privilegio de seguir apelando, y mientras tanto, mi madre, que es la víctima, es la que está condenada a continuar esperando; ¿Hasta cuándo?”, se pregunta.

“No somos irrompibles, somos humanas y luchamos internamente cada día en nuestras batallas, contra nuestros propios sentimientos y nos damos fuerzas como podemos. Pero en realidad Pablo, estamos SOLAS”, reflexiona Grisel. “Se ve que somos las únicas mujeres en el URUGUAY, porque de verdad es que de todas esas voces que se juntan a reclamar o proclamar por los Derechos Humanos y que dicen apoyar a las mujeres, no las he visto… ¿me explico?”, preguntó, como si sus palabras no fueran suficientes.

“Muchos de los que andan haciendo política en estos días, jamás se solidarizaron con mi madre, pero seguramente ya acordaron con ese hombre para obtener sus votos, aún sabiendo todo lo que hizo. Ojo, no se solidarizaron los de ahora ni tampoco los y “las” de antes, quienes se sacaban fotos sonriendo y mostrando banderas mientras mi madre lloraba”.

“Usted sabe que en todos estos años he luchado para estar en silencio, para dejar que la justicia haga su trabajo, ¿pero a qué costo?, viendo a mi madre que me dice “un día más de vida, un día menos que me queda y el caso que no se mueve. Cómo que están esperando que yo muera…””

“Ya no tengo argumentos, ya no sé qué más decirle… sólo le pido que no se dé por vencida y que esté tranquila porque dijo la verdad; pero es triste saber que, por no tener recursos solo nos toca aguantar y esperar que un día se haga justicia. Le pido a Dios que me de fuerzas para seguir luchando y poder contener a mi madre, y que le dé vida para que vea a ese ser despreciable en la cárcel”.

“Podrá demorar, pero la verdad siempre se impone a la infamia y la mentira”, manifiesta con cierta ilusión Grisel.

Disculpándose por su descarga, la humilde mujer retomó el tono de voz que la caracteriza y sin derramar ni media lágrima, se armó nuevamente de coraje apretando sus manos vacías para volver a la lucha, no sin antes habilitarnos a hacer público nuestro diálogo informal. “Y puede dar mi nombre sin problema, ya es hora que vayan sabiendo que a mi madre alguien la defiende, pese a que los dedos de la mano me sobren para contar a los que verdaderamente lo han hecho”.

Pablo González Juarez

Periodista / fotógrafo/ productor.
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