La pareja que combate demonios y sus exitosas historias de terror se despiden en “El conjuro: últimos ritos”
Este jueves llegó a los cines "El conjuro 4": últimos ritos", la novena (y posiblemente última) película de la saga de terror que ya lleva recaudados más de dos mil millones de dólares en taquilla.

Aunque los hechos retratados en la pantalla muy poco se relacionan con lo que ocurrió en la realidad, gran parte del atractivo de la saga El conjuro tiene que ver con el hecho de que está inspirada en personas de carne y hueso, el matrimonio formado por Ed y Lorraine Warren, investigadores de lo paranormal, que lograron cierta notoriedad mediática en las décadas de 1970 y 1980, aunque la mayoría no diera mayor credibilidad a sus relatos sobrenaturales.
Sus aventuras, en todo caso, fueron suficientemente atractivas para cautivar la atención del cineasta James Wan (El juego del miedo) y del productor Peter Safran (actual mandamás, junto a James Gunn, de DC Studios) para crear una franquicia que debutó en 2013 y cuyas ocho películas oficiales han superado los dos mil millones de dólares de taquilla.
Ayer, jueves, se estrenó la novena película, El conjuro 4: Últimos ritos, anunciada también como la última y que da un cierre (no definitivo) a la historia de los Warren, verdadera columna vertebral de la saga. Ambientada en 1986 (la primera película ocurre en 1971), la nueva entrega encuentra a Ed y Lorraine retirados de la investigación activa de casos. La intensidad de sus experiencias parece finalmente haber pasado la cuenta a ella, que es la que tiene habilidades paranormales, pero continúan recorriendo el país dando charlas donde cada vez tienen menos asistentes y donde siguen siendo objeto de burlas.
Pero por el momento, el matrimonio tiene preocupaciones más alegres: su hija Judy (Mia Tomlinson) está preparando su matrimonio. Ella también tiene ciertas habilidades sobrenaturales, aunque prefiere mantener a sus padres desinformados debido a experiencias traumáticas en su pasado.
Es aquí donde la historia de los Warren se encuentra con la de la familia Smurl (otro de los famosos casos reales investigados por la pareja), que en su casa de Pennsylvania está siendo atormentada por aterradoras presencias demoníacas. Reacios a investigarlos en un principio, el matrimonio luego estará al centro de la situación cuando descubran que el mismo demonio que ataca a los Smurl también atormenta a Judy.
Con Michael Chaves en la dirección -el mismo de la tercera parte y otras, además de La maldición de la llorona, aunque esta no es considerada parte de la saga oficial- y plagada de rostros familiares, esta nueva película cierra la saga siguiendo de cerca la fórmula que tanto éxito le ha dado.
Últimos ritos no es generosa en sangre, pero tiene los sustos y sorpresas a los que el público está familiarizado. Y por supuesto, Patrick Wilson y Vera Farmiga vuelven a confirmar su estatus de íconos del género terrorífico gracias a interpretaciones que, a estas alturas, ya desarrollan con seguridad y confianza.
“Creo que existía la sensación de que era hora de terminar mientras estás en la cima”, ha dicho Chaves. “Tampoco quisiera ser el director que lleve la franquicia hasta el suelo. Esta fue una oportunidad única para elegir cuándo y cómo contar este capítulo final”, agregó.
Wilson, en tanto, ha sido menos tajante: “Todo lo que sé es que este es el final de nuestro viaje por el momento y así es como lo abordamos. Definitivamente, es la forma correcta de terminar esta serie. Claro, podríamos continuar, pero hay otros factores que están fuera de nuestra responsabilidad”, sostuvo.

El caso real que inspiró la película
Una casa en Pennsylvania albergó uno de los casos más oscuros a los que Ed y Lorraine Warren se enfrentaron durante su carrera como demonólogos. Ahora, esa historia está en el centro de El Conjuro: últimos ritos.
Nada ocasiona más terror que la leyenda “basada en hechos reales” y en este caso, la historia de la familia Smurl es la inspiración.
Todo inició en la década de 1970, cuando Jack y Janet Smurl se mudaron al condado de West Pittston, junto a sus cuatro hijas y los padres de él. Al principio, la vida fue casi un sueño para la familia, pero, a los pocos meses una serie de fenómenos paranormales convirtieron su vida en una auténtica pesadilla.
Los primeros incidentes, de acuerdo con los expedientes de la famosa pareja, pasaron casi por desapercibidos: ruidos, manchas en las paredes y explosiones de algunos aparatos eléctricos; sin embargo, con el tiempo escalaron gravemente.
Pronto los ataques pasaron a lo físico, desde objetos siendo lanzados por entidades, hasta demonios que agredieron física y sexualmente a ambos padres, según ellos mismos reportaron.
Los Warren tomaron el caso en 1986 y concluyeron que había cuatro espíritus molestando a la familia, el más peligroso de ellos: un demonio que buscaba destruirlos.
Todo quedó detallado en el libro The Haunted: One Family’s Nightmare, publicado por los Warren y el reportero Robert Curran. Fue lanzado en 1988, pero fue sumamente criticado por los escépticos por la falta de pruebas.
Los Smurl dejaron la casa un año después de la llegada de los Warren, y en 1988, los nuevos ocupantes describieron no haber presenciado nada paranormal.

La casa de los Warren
Como para acompañar la campaña de expectativa por el estreno de la cuarta El conjuro hace un par de semanas se anunció que la vivienda y el Museo Oculto de Lorraine y Ed Warren había sido comprada por un par de creadores de contenido, Matt Rife y Elton Castte, ambos amantes de lo paranormal , y ahora los dueños del lugar durante cinco años.
Son los tutores legales, además, de la muñeca Annabelle -que es de trapo y se encuentra dentro de una vitrina en la que destaca una advertencia sobre posesión demoniaca- después de la misteriosa muerte de Dan Rivera, uno de los discípulos de Lorraine Warren y el cuidador de la muñeca.
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