“YO LOS HARÉ REÍR”
Dady Brieva presenta su nuevo espectáculo: Super Dady, el mago del tiempo. Se ofrece como un “relator de situaciones de las que no hay registro”, apelando a entrañables personajes, música, canciones, anécdotas, nostalgia y fundamentalmente un humor inigualable.
En contacto con Cerro Largo Portal el humorista argentino invita al publico cerrolarguense al que asegura que los hará reír. Su show tendrá lugar en la noche del miércoles en el Teatro España y las entradas pueden adquirirse en comercios locales y en la Oficina de la Juventud de la Intendencia de Cerro Largo.
En el espectáculo a presentar, Dady Brieva habla de su infancia y cuenta: “hasta mi maestra me hacía bullying”.
Dady Brieva, quien se ha recorrido el Uruguay con sus espectáculos, decidió ir por otros lados en la gira que realiza de Super Dady: el mago del tiempo. Comenzó por Tarariras, San Carlos, Rocha, Minas, Florida, y el miércoles 14 en Melo, el jueves en Tacuarembó, el viernes 16 y sábado 17 estará en el Teatro Metro y el 18 de setiembre en el Politeama de Canelones.
Al ser consultado para Sábado Show y ante la pregunta de “¿Qué te deja presentarte en el interior?”, el comediante dice:
—Es como estar en Entre Ríos, Santa Fé, Concordia, no noto diferencia. Hay que reconocer y agradecer que Uruguay está muy bien y le abre sus brazos a todos los artistas que han venido y han pasado el rastrillo por esos lugares donde antes no había. No obstante y para ser sincero, yo vengo cuando conviene y cuando no también. A mí no me cabe esa pero como La Catalina y Falta y Resto cien millones de veces para allá, acá están viniendo todos. La otra vez estaba viendo que Pachu Peña estuvo en Nueva Helvecia, y Fátima Flores también vino. La triste realidad nuestra que hace que uno tenga que salir a buscar dónde conviene más para hacer lo nuestro. Es lo que hay.
—Así fue siempre, y cuando conviene cruzar, se hace.
—Sí, claro. Recuerdo que un cronista me dijo que nos vio en 1988 y le digo: sí, cuando ustedes se cruzaban a tomar mate a Buenos Aires. Esos años fueron una época así, como ahora. Nosotros estábamos con una hiperinflación impresionante y ustedes se cruzaban con dos mangos. Que lo aprovechen. La otra vez estaba en Santa Fé y me encuentro con un matrimonio de Paysandú que estaban paseando. No eran cajetillas de Montevideo, eran mi tía Elvira y mi tío Pancho en un autito y les da la plata. Está buenos que puedan conocer y pasear.
—En El mago del tiempo rememoras aquellas anécdotas e historias de tu infancia.
—Como Dady Man, con otras anécdotas. Esta vez hago más la disquisición entre lo femenino y masculino, entre el padre y la madre, la magia y el tiempo, quién era propietario de cada cosa, y me meto mucho con las novias, la muerte (siempre con un sentido humorístico), hablo de los velatorios.
—¿Los velatorios?
—Sí, porque digo que antes, en los pueblo se velaba en los living de las casas, y las imágenes que te quedan son muy graciosas. Ese ese el momento donde más explota la gente. Esa y una anécdota que tengo de dos amigos con los que salía a bailar. Después empiezo con la madre, la anécdota del televisor y después con el padre, y termino con un tanguito y rememoro toda una cosa. Paso al fútbol y termino, como siempre con una música que siempre es uruguaya, esta vez: “Adiós juventud”, porque resume mi espectáculo, es la no entrega, eso de dame una oportunidad más, no me voy a entregar.
—Ya que el espectáculo es sobre tus recuerdos. ¿Cómo eras en la escuela?
—Era un gordito pelotudo y me “bullyineaban” mucho. Hablo mucho de eso porque hago humor sobre el dolor. Decía que hasta mi maestra me hacía bullying porque usaba lentes gruesos y me decian: “chicato”, “cuatro ojos”, “antifaz” y mi maestra me decía: “José Feliciano, ¿dónde dejaste el perro?”, o pedía que me chiflaran porque no veía. Eso te hace fuerte, guerrero, hace que vayas por más. También priorizás la pelea, focalizás quién es el enemigo y hacia dónde tenés que ir. Lástima que haya chicos que tengan que pasar por eso pero bueno, hoy, si tengo que elegir con todo lo que he sufrido, agradezco que me haya pasado eso. Soy lo que soy gracias a eso. Pusieron tan pocas fichas por mí, para que mi vida fuera exitosa o para que fuera algo, tuve tan poco crédito que lo di vuelta. Es una cosa muy uruguaya el que no den dos mangos por vos y romperles el…
—¿En esa época ya usabas el humor como salvataje?
—No, en esa época no, me costó encontrarme en un lugar cómodo. Hacía teatro, primero hice una sátira en noviembre de 1973 que fue la primera vez que subí a un escenario.
—Linda fecha para hacer una sátira.
—En esa época éramos todos militantes, la vida pasaba por ahí sino eras un muerto civil. Después hice Bertolt Brecht, Arthur Miller, Tennessee Williams, algo de teatro nacional, hicimos de todo un poco. Y fue en una peña donde conocí a estos dos locos y hacían reír con muy poco, muy sencillito todo y me gustó esa no producción. No había estridencia y me dije: “esto es lindo, es por ahí”.
—¿Qué te dejó Midachi?, ¿Qué queda del Dady de aquellos años?
—Me preguntás por Midachi y se me iluminan los ojos porque para mí ha sido el bizcochuelo de mi vida. Sobre eso asenté todo. Incluso te voy a decir una incorrección: creo que han significado cosas más fuertes que hasta mi familia. Fueron muchos años y muchas cosas que formaron mi vida. Fue muy importante, y era muy improbable que viniendo de Santa Fé en los años ochenta pudiera llegar a tener lo que tengo, a donde llegamos. Yo estoy muy orgulloso de la carrera que hicimos con Midachi, cumplimos 41 años el 16 de julio.
—Ya que El mago del tiempo son anécdotas, contame alguna de Uruguay.
—Tengo muchos recuerdos de acá porque vengo muy seguido a Montevideo. Me gusta porque tiene una identidad cultural muy profunda que creo que el uruguayo no es del todo consciente. Es una ciudad muy parecida a Rosario y encontrás lo sacro y lo profano, el intelectual más selecto al turro más asqueroso. Hay una mistura muy linda acá, me siento muy a gusto. Tengo muchos amigos de todos los órdenes. Me acuerdo que iba a cantar al viejo Fun Fun, acá nos pusimos de novios con la Chipi. La primer cena que tuvimos fue en La casa violeta, ahí al lado de Océano. Ella había sido bartender y hecho cursos de enología y no sé qué más, y yo venía de la época menemista, del uno a uno, comprábamos vinos de 500 dólares y ella me hablaba del vino Malbec. Yo le decía: “no sabés nada de vinos, yo tomé los más caros”, y nunca había devuelto un vino. Si era un vinagre, pero costaba 500 dólares, era muy bueno. Cómo se iba a devolver una botella de vino. Bueno, llega el vino, un Tanat y digo: la señora va a probar. Lo mira y dice: “le falta temperatura”. Le digo al mozo: “no habrá querido decir eso”, y ella retruca: “no, le falta temperatura”. Le pregunté si le ponía hielo y ella dijo que no y pidió una frapera. Fue una incomodidad tan grande, y ella dice: “así lo vas a probar, sino le ponemos soda o hacemos lo que vos quieras, pero si vas a probarlo, tenés que hacerlo como se debe”. Muy fuerte esa primera cita.
—De los artistas argentinos, sos el más uruguayo.
—Estoy muy bañado por el Uruguay. No hago marketing de eso porque sé que todos los actores argentinos dicen que se sienten uruguayos y prometen venir a vivir acá. Yo no voy a venir a vivir acá, boludeces no, pero los que me conocen saben que tengo una pertenencia acá y ando.